EL PROBLEMA DE CENTRARNOS EN LAS CONDUCTAS

 


¡Hola!

En cualquier convivencia es inevitable que haya cosas que el otro hace que no nos gustan. Si estamos interesados en seguir conviviendo de manera satisfactoria tenemos dos caminos: o bien intentar aceptarlas, o bien intentar que las cambie. No es que un camino sea mejor que el otro persé (siempre que haya un equilibrio), pero es fundamental que comprendamos un principio básico:

Una conducta no es más que la expresión de una emoción.

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¿Y esto que tiene que ver con los perros? Pues no sé si habrás leído u oído hablar de la modificación de conductas no deseadas, un término que muchos adiestradores o educadores caninos utilizan. En nuestra opinión no es un término muy acertado principalmente por un motivo: hablar de modificación de conducta lleva implícito establecer una separación entre emoción y conducta que en realidad no existe. Nosotros los humanos, para tratar de comprender mejor las cosas y poder explicarlas con palabras, tendemos a dividir y clasificar todo en distintos conceptos. Eso está bien, siempre y cuando no perdamos la visión holística por el camino. Sin embargo para los perros esa separación no existe, emoción y conducta forman parte de lo mismo. Podemos afirmar que toda conducta nace y acaba en una emoción. Pero es que al mismo tiempo las conductas hacen que surjan nuevas emociones, o que las ya presentes se regulen o se alteren. Así pues:

Cuando forzamos, inhibimos o juzgamos las conductas de los perros, inevitablemente estamos forzando, inhibiendo o juzgando sus emociones.

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Pongamos algunos ejemplos de lo que estamos hablando:

• «No quiero que mi perro ladre a otros perros en el parque, así que cada vez que se queda mirando a otro perro en la distancia le llamo y le animo a irnos corriendo hacia el otro lado»
• «En el paseo de la mañana tengo prisa, así que si se para más de la cuenta a oler un árbol me lo llevo tirando de la correa para que nos dé tiempo a hacer todo el recorrido»
• «No puedo permitir que mi perro gruña, debe saber quién manda. Si enseña los dientes le digo ¡no! de forma firme y le advierto con la mano»
• «Cuando llega alguien a casa no puedo permitir que les salte encima. Así que le mando que se quede sentado y le voy dando trocitos de salchicha»
• «A mi perro no le gusta que se le acerquen personas desconocidas, siempre quiere huir. Yo le sujeto para que vea que no pasa nada, que no hay nada que temer»
• «Tiene ocho meses y cuando ve a otro perro tira como un loco de la correa para ir a saludarlo. Yo entonces me paro para que aprenda que con la correa tensa no llegamos»

Todos estos ejemplos tienen al menos dos cosas en común. En primer lugar, no valoran la posibilidad de aceptar la conducta del perro (el primer camino del que hablábamos al principio). Y en segundo lugar, en su intento por modificar dicha conducta no se está teniendo en cuenta la emoción que subyace y menos aún lo que esa emoción reclama. Actuar constantemente de esa manera sobre las emociones puede llegar a tener graves consecuencias: baja autoestima, inseguridad, poco o nulo autocontrol, miedos, agresividad, estado emocional degradado, problemas físicos, enfermedades, falta de confianza en nosotros, dependencia…

Entonces ¿a los perros hay que dejarles hacer lo que les dé la gana? No, evidentemente no decimos eso. Lo que decimos es que el camino no pasa primeramente por centrarnos en las conductas y corregirlas, ya sea a través de castigos, distracciones, sobornos o lo que sea.

El camino pasa primero por tratar de conocerles y comprenderles lo mejor y lo más a fondo que podamos, sin juzgarles ni exigirles constantemente. Ellos sin duda se esfuerzan mucho en hacerlo con nosotros.

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Muchas gracias por tu visita.

5 comentarios sobre “EL PROBLEMA DE CENTRARNOS EN LAS CONDUCTAS

  1. Me ha encantado el artículo! Es verdad que a veces queremos controlar toda conducta de nuestro perro y nos olvidamos de dejarles ser eso, perros.

    Yo os cuento mi caso…

    Actualmente mi beagle Jack tiene 1 año y 4 meses (no está castrado) y está actuando últimamente un poco inseguro con otros perros durante los paseos. Es un perrito muy sociable con todos los perros, pero desde que es cachorro cuando paseamos (con correa por la calle) y ve a otro perro de lejos, se agazapa y se acerca despacito al otro perro y luego salta de golpe como un resorte. Cuando era pequeño, esto daba igual, pero como ya no es cachorro, cuando logra llegar al otro perro lanzado, si es hembra acaban jugando y cuando es macho a veces al otro perro no le gusta y se enredan. Me gustaría lograr que tuviera mas seguridad en si mismo y que se acercara a saludar a los perros de forma relajada. Trato de no tensar la correa y que tenga libertad para acercarse, pero claro, cuando llega al otro perro de ese modo, lo ven como una amenaza y se asustan.

    Que podéis recomendarme?

    Un saludo!

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    1. Hola Lau. Perdona que no te respondiera antes pero no sé por qué wordpress me había clasificado el comentario como spam y no lo había visto hasta ahora
      Muchas gracias por leer el artículo, me alegra que te haya gustado.
      Sobre lo que comentas la verdad es que es muy interesante el tema de los saludos con correa, daría para hablar un buen rato. Basándome sólo en lo que comentas creo que lo estás haciendo perfecto, sigue siendo «valiente» y permitiéndole a Jack que se acerque si así lo desea (siempre «leyendo» un poquito al otro binomio humano/perro). Por la edad que tiene Jack te diría esto forma parte de su proceso madurativo, es normal que cada vez se más precavido y ya verás cómo poco a poco incluso va siendo capaz de decidir a qué perros conviene acercarse y a cuáles no. También te digo que los errores son parte del proceso y que es normal que haya encuentros algo conflictivos, lo que hay que hacer en esos casos es salir de la forma más tranquila posible para no dejar una huella emocional negativa del encuentro. Por último un par de consejos. El primero es que durante el acercamiento no te obsesiones con que no haya tensión en la correa. A veces por querer disminuir tensión en la correa alargamos la situación y producimos el efecto contrario. Y el segundo consejo es que, aún en encuentros digamos positivos, en los que se ponen a jugar cono dices, tratad de que sean lo más breves posible, ya que en mi opinión el hecho de estar con correa crea unas dinámicas extrañas que no favorecen una comunicación natural, solemos estar muy encima de los perros, etc… que no favorece que la experiencia sea todo lo positiva que podría ser.
      Espero haberte aclarado algo. Muchas gracias de nuevo por tu comentario.
      Un saludo.
      Sergio

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  2. Me ha encantado el artículo! Es verdad que a veces nos centramos en cambiar las conductas de nuestros perros y no los dejamos ser eso, perros.

    Os cuento mi caso:

    Actualmente mi beagle Jack tiene 1 año y 4 meses (no está castrado) y está actuando últimamente un poco inseguro con otros perros durante el paseo…
    Es un perrito muy sociable con todos los perros, pero desde que es cachorro cuando paseamos (con correa por la calle) y ve a otro perro de lejos, se agazapa y se acerca despacito al otro perro y luego salta de golpe como un resorte. Cuando era pequeño, esto daba igual, pero como ya no es cachorro, cuando logra llegar al otro perro lanzado, si es hembra acaban jugando y cuando es macho a veces al otro perro no le gusta y se enredan. Me gustaría ayudarle a tener más seguridad en si mismo y que se acercara a saludar a los perros de forma relajada. Trato de acercarme con la correa sin tensar y que pueda acercarse libremente. Pero claro, cuando se lanza de esa forma, el otro perro se asusta y Es normal.

    Que me aconsejáis?

    Un saludo!

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  3. Hola Laura. Ahora me doy cuenta de que mandaste el mismo comentario dos veces desde cuentas distintas y por eso me lo mando a spam ¿Cúal de los dos comentarios quieres mantener? ¿Este o el anterior?
    Gracias. Un saludo.
    Sergio

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  4. Haría incapié en fijarnos en el otro binomio o perro. En medida de lo posible evitaría malas experiencias con correa. Yo tengo galga muy intensa de 10 meses y suele asustar a los propietarios y, aunque sus formas son inapropiadas, su lenguaje corporal consigue convencer a los perros. Si veo que el propietario empieza a asustarse o tirar de su perro, o si veo que el otro perro es muy inseguro intento anticiparme y evitar un problema.(no hará daño, pero es fácil buscarse un problema con otros humanos). Pero por lo normal no intervengo y dejo que sean los otros perros los que se comuniquen cn ella a la hora de interactuar y ella misma empieza a ser selectiva. Prevee qué bichos le pueden merecer la pena. El problema que por haber intervenido o por haberse excitado muchas veces hay ciertos perros con un perfil inseguro, de pequeño tamaño, y propietari@ histeric@ a los que le gusta «molestar» a veces se excita tanto que puede hacerles daño. Supongo que también entra en juego química neuronal y le pone eso que han intentado prohibirle. Es algo que me cuesta comprender y afrontar ya que si molesta y más si hace daño hay que intervenir y eso siempre suele salir mal (me torea, más excitación, más química, más motivación, más mordisquitos al otro perro, frustración..etc etc)

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